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Buscar y encontrar.
La adolescencia
a flor de piel.

Pieles mojadas de saliva,
dedos prometiendo placer.
Descampados que
se convierten en un improvisado hotel.

Querer y no poder,
reglas que se rompen,
ganas de querer.

Las cosas prohibidas del ayer,
hechas rutinas del hoy.
Te quieros que
no valen mas que un revolcón.

(13/5/2012)

be.






No seas un personaje. Se tu misma.

                                                                                   vive mientras puedas.



Los pájaros nacidos en jaula creen que volar es una enfermedad.

¿Qué hacer si.. ?




Si confundo sexo con amor. Si me pierdo entre besos y caricias de plástico. Si me da miedo que me besen con pleno amor. Si me aterroriza la idea de que alguien quiera un "nosotros" conmigo. Si no soy capaz de creer que alguien me quiera tal y como soy. Si no se demostrar el cariño que siento. ¿Qué hacer si no sé qué hacer?

Te sigues yendo.



Una cama en huelga de besos. Un futuro pasado. Caricias a la pared.

Si al menos sueñas con hacerlo.


Carta a María por

Arturo Pérez-Reverte


Tienes catorce años y preguntas cosas para
las que no tengo respuesta. Entre otras razones,
porque nunca hay respuestas para todo.
Y además, he pasado la vida echando la pota
mientras oía a demasiados apóstoles de vía estrecha,
visionarios y sinvergüenzas que decían tener
la verdad sentada en el hombro. Yo sólo puedo
escribirte que no hay varitas mágicas, ni ábrete
sésamos. Esos son cuentos chinos. De lo que sí
estoy seguro es de que no hay mejor vacuna que el
conocimiento. Me refiero a la cultura, en el sentido
amplio y generoso del término: no soluciona casi
nada, pero ayuda a comprender, a asumir, sin caer
en el embrutecimiento, o en la resignación. Con
ello quiero sugerirte que leas, que viajes, y que
mires.
Fíjate bien. Eres el último eslabón de una
cadena maravillosa que tiene diez mil años de historia;
de una cultura originalmente mediterránea
que arranca de la Biblia, Egipto y la Grecia clásica,
que luego se hace romana y fertiliza al occidente
que hoy llamamos Europa. Una cultura que se
mezcla con otras a medida que se extiende, que se
impregna de Islam hasta florecer en la latinidad
cristiana medieval y el Renacimiento, y luego viaja
a América en naves españolas para retornar enriquecida
por ese nuevo y vigoroso mestizaje,
antes de volverse Ilustración, o fiesta de las ideas,
y ochocentismo de revoluciones y esperanzas. O
sea, que no naciste ayer.
Para conocerte, para comprender, lee al
menos lo básico. Estudia la Mitología, y también a
Homero, y a Virgilio, y las historias del mundo antiguo
que sentó las bases políticas e intelectuales de
éste. Conoce al menos el alfabeto griego y un vocabulario
básico. Estudia latín si puedes, aunque
sólo sea un año o dos, para tener la base, la madre,
del universo en que te mueves. Da igual que te
gusten las ciencias: ten presente —como siempre
recuerda Pepe Perona, mi amigo el maestro de
Gramática—, que Newton escribió en latín sus
Principia Mathematica, y que hasta Descartes toda
la ciencia europea se escribió en esa lengua.
Debes hablar inglés y francés por lo menos, chapurrear
un poco de italiano, y que el estudio del
gallego, del euskera, del catalán, que tal vez sean
tus hermosas y necesarias lenguas maternas, no te
impida nunca dominar a la perfección ese eficaz y
bellísimo instrumento al que aquí llamamos castellano
y en todo el mundo, América incluida,
conocen como español. Para ello, lee como mínimo
a Quevedo y a Cervantes, échale un vistazo al
teatro y la poesía del siglo de Oro, conoce a Moratín,
que era madrileño, a Galdós, que era canario,
a Valle—Inclán, que era gallego, a Pío Baroja, que
era vasco. Rastrea sus textos y encontrarás
etimologías, aportaciones de todas las lenguas españolas
además de las clásicas y semíticas. Con
algunos de ellos también aprenderás fácilmente
Historia, y eso te llevará a Polibio, Herodoto, Suetonio,
Tácito, Muntaner, Moncada, Bernal Díaz del
Castillo, Gibbon, Menéndez Pidal, ElIiot, Fernández
Álvarez, Kamen y a tantos otros. Ponlos a todos en
buena compañía con Dante, Shakespeare, Voltaire,
Dickens, Stendhal, Dostoievski, Tolstoi, Melville,
Mann. No olvides el Nuevo Testamento, y recuerda
que en el principio fue la Biblia, y que toda la
historia de la Filosofía no es, en cierto modo, sino
notas a pie de página a las obras de Platón y
Aristóteles.
Viaja, y hazlo con esos libros en la intención, en la
memoria y en la mochila. Verás qué pocos fanatismos
e ignorancias de pueblo y cabra de
campanario sobreviven a una visita paciente a El
Escorial, a una mañana en el museo del Prado, a
un paseo por los barrios viejos de Sevilla, a una
cerveza bajo el acueducto de Segovia. Llégate a la
Costa de la Muerte y mira morir el sol como lo
veían los antiguos celtas del Finis Terrae. Tapea en
el casco viejo de San Sebastián mientras consideras
la posibilidad de que parte del castellano
pudo nacer del intento vasco por hablar latín.
Observa desde las ruinas romanas de Tarragona el
mar por el que vinieron las legiones y los dioses,
intuye en Extremadura por qué sus hombres se
fueron a conquistar América, sigue al Cid desde la
catedral de Burgos a las murallas de Valencia, a
los moriscos y sefardíes en su triste y dilatado
exilio. En Granada, Córdoba, Melilla, convéncete
de que el moro de la patera nunca será extranjero
para ti. Y sitúa todo eso en un marco general, que
también es tuyo, visitando el Coliseo de Roma, la
catedral de Estrasburgo, Lisboa, el Vaticano, el
monte San Michel. Tómate un café en Viena y en
París, mira los museos de Londres, descubre una
etimología almogávar en el bazar de Estambul o
una palabra hispana en un restaurante de Nueva
York, lee a Borges en la Recoleta de Buenos Aires,
sube a las pirámides de Egipto y a las mejicanas
de Teotihuacán. Si haces todo eso —o al menos
sueñas con hacerlo—, conocerás la única patria
que de verdad vale la pena.

Palabras que no valen nada.

Cuando estamos en lo más alto es cuando mas fácil y rápido podemos llegar a lo más bajo.
Casi tocas la felicidad con la punta de los dedos, tus sentidos se vuelven locos con tan sólo pensar lo bien que se está tan arriba, lo fáciles que se vuelven las cosas difíciles...
Sin embargo, cuando aun estás cortando en pequeños trozos los complejos, los llantos y todo lo que te ha atormentado tantos días, para comértelos de uno en uno y procurando no atragantarte, alguien, la más insignificante de las personas viene y toca tu punto mas débil, el único que aun no ha cicatrizado, y te derrumbas ladera abajo dejando las sonrisas en lo mas alto de la cima. Gimoteas un poco durante el descenso, no demasiado, no vaya a ser que alguien se de cuenta de cuánto te duele que se sigan metiendo con tu físico, que aun sigues llorando cuando te enfrentas al espejo.  Es cuando llegas abajo, al pozo de sabanas y almohada demasiado blanda y empapada en el que te refugias cada vez que el mundo te gana otra partida, donde lloras hasta que la nariz se te llena de mocos que hacen que te ahogues mientras aprietas la cabeza contra la almohada para dejar sin voz al llanto, donde te dices a ti misma sin creértelo, que tal como eres, eres igual de bonita que cualquier otra.
Mientras te enjuagas los ojos con las lágrimas que aun te quedan te das cuenta de todo el camino que has recorrido para llegar a lo que hoy eres. Todo lo que has llorado, soportado, perdido. Nada de eso vale, nada de eso es suficiente para cubrir la herida que en cualquier momento, cualquier persona, incluso una vieja cascarrabias de la que no deberían importarte ninguna de sus palabras, puede volver a abrir.

Enamorarse y no.


por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
M.Benedetti.

A veces hay que frenar y escuchar.




                                                                  PAZ♥

8 6 4 0 0

Imagínate que existe un banco que cada mañana ingresa en una cuenta para ti la nada despreciable suma de 86.400 euros, ni uno más ni uno menos. 86.400 euros diarios para ti, sin pedir explicaciones ni rendir cuentas. 86.400 euros, tuyos y sin impuestos.
Imagínate que la única restricción de esa cuenta es que no mantiene los saldos de un día para otro. Cada noche al dar las doce, la cuenta elimina automáticamente cualquier cantidad que haya quedado en ella. 
Y lo peor: también se desvanecen los euros que hayas sacado de la cuenta pero que no hayas gastado durante el día.
Si has perdido saldo, te queda el consuelo de que al día siguiente tendrás frescos y nuevos 86.400 euros para gastar, aunque no puedes confiarte demasiado ya que nadie sabe decirte cuánto durará este gran regalo.
¿Que actitud vas a tomar?... Seguramente retirar hasta el ultimo euro y disfrutarlos al máximo con quien decidas, claro.
Pues bien, cada uno de nosotros tiene esa cuenta y tiene ese regalo.
Cada mañana el banco del tiempo pone a tu disposición 86.400 segundos, ni uno más ni uno menos, y cada noche, borra el saldo y lo manda a pérdidas.
Si no usas tu déposito del día, la pérdida es tuya. 
                                  
                                           Es tu responsabilidad invertir cada segundo de tu tiempo...

pero siempre habrá una chica que es perfecta para ti..

Ella no es perfecta. Tú tampoco lo eres, y ustedes dos nunca serán perfectos. Pero si ella puede hacerte reír al menos una vez, te hace pensar dos veces, si admite ser humana y cometer errores, no la dejes ir y dale lo mejor de ti. Ella no va a recitarte poesía, no está pensando en ti en todo momento, pero te dará una parte de ella que sabe que podrías romper.No la lastimes, no la cambies, y no esperes de ella más de lo que puede darte. No analices. Sonríe cuando te haga feliz, grita cuando te haga enojar y extráñala cuando no esté. Ama con todo tu ser cuando recibas su amor. Porque no existen las chicas perfectas, pero siempre habrá una chica que es perfecta para ti..
                                                          Bob Marley.

No volveré a ser joven.

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra. 
"






de las que odian amar
pero quieren ser amadas.

romeo and juliet

ah, si.. tuve algo con él.

Pum, recuerda.



Tu mente aprieta el gatillo y ¡pum! Los recuerdos estallan a tu alrededor mientras corres de un lado para otro intentando esquivarlos. No son balas, no es metralla pero duelen casi igual. Aquellos momentos que ese tipo mal vestido, con ropas de una o dos tallas más de la que debería usar, el pelo desaliñado, las barbas sin afeitar, -que sexys eran aquellas barbas- y una gorra descolorida y mal calada te dio un día, así por casualidad, hoy vuelven a ti y te hieren de gravedad justo encima del labio, dónde te besó, dónde sus barbas te arañaron un poquito haciendo que te revolvieras en sus brazos como una presa a la que le gusta su cazador. Y claro que te gustaba ese cazador. Te encantaba, lo buscabas en cada esquina, en cada chico con gorra que te cruzabas por la calle y deseabas que fuese él. Te dejabas cazar, te dejabas arañar en el labio, en la oreja, de nuevo en el labio, una pequeña pausa en forma de mordisco en el labio inferior y después otra vez arañazos en el cuello, arañazos durante horas. En un descampado, sentados en un banco, en la marquesina, deseando que el autobús se retrasase 1 hora o 2 o 3 .. Arañazos que ya no eran inocentes, que hacían herida y dejaban que brotase la sangre, haciéndote ver que aun seguías viva. Aquellos últimos arañazos, en su cama, jadeando, sudando por el calor de julio, no sintiendo mucho más que unas cosquillas ahí, dónde nunca antes te había arañado nadie, preguntándote por qué llevas puestas las gafas de sol, y grabando en tu mente la cara que ponía mientras se corría, en ti o bueno en el condón que había dentro de ti, pero por ti, por el roce de tu cuerpo contra el suyo, por las expiraciones en su oído. Sus manos buscando el camino debajo de tu sujetador o quizá por nada de eso, pero eras tú quien estaba en su cama, a quien el había querido arañar en el labio, en la oreja, de nuevo en el labio, una pequeña pausa en forma de mordisco en el labio inferior y después otra vez arañazos en el cuello, arañazos durante horas. Y esos arañazos ahora son cicatriz que te recuerdan que un día estuviste viva.