de las que odian amar
pero quieren ser amadas.

romeo and juliet

ah, si.. tuve algo con él.

Pum, recuerda.



Tu mente aprieta el gatillo y ¡pum! Los recuerdos estallan a tu alrededor mientras corres de un lado para otro intentando esquivarlos. No son balas, no es metralla pero duelen casi igual. Aquellos momentos que ese tipo mal vestido, con ropas de una o dos tallas más de la que debería usar, el pelo desaliñado, las barbas sin afeitar, -que sexys eran aquellas barbas- y una gorra descolorida y mal calada te dio un día, así por casualidad, hoy vuelven a ti y te hieren de gravedad justo encima del labio, dónde te besó, dónde sus barbas te arañaron un poquito haciendo que te revolvieras en sus brazos como una presa a la que le gusta su cazador. Y claro que te gustaba ese cazador. Te encantaba, lo buscabas en cada esquina, en cada chico con gorra que te cruzabas por la calle y deseabas que fuese él. Te dejabas cazar, te dejabas arañar en el labio, en la oreja, de nuevo en el labio, una pequeña pausa en forma de mordisco en el labio inferior y después otra vez arañazos en el cuello, arañazos durante horas. En un descampado, sentados en un banco, en la marquesina, deseando que el autobús se retrasase 1 hora o 2 o 3 .. Arañazos que ya no eran inocentes, que hacían herida y dejaban que brotase la sangre, haciéndote ver que aun seguías viva. Aquellos últimos arañazos, en su cama, jadeando, sudando por el calor de julio, no sintiendo mucho más que unas cosquillas ahí, dónde nunca antes te había arañado nadie, preguntándote por qué llevas puestas las gafas de sol, y grabando en tu mente la cara que ponía mientras se corría, en ti o bueno en el condón que había dentro de ti, pero por ti, por el roce de tu cuerpo contra el suyo, por las expiraciones en su oído. Sus manos buscando el camino debajo de tu sujetador o quizá por nada de eso, pero eras tú quien estaba en su cama, a quien el había querido arañar en el labio, en la oreja, de nuevo en el labio, una pequeña pausa en forma de mordisco en el labio inferior y después otra vez arañazos en el cuello, arañazos durante horas. Y esos arañazos ahora son cicatriz que te recuerdan que un día estuviste viva.