No preguntes por el pasado que es como echar sal en la herida. Me he pasado tanto tiempo buscando una mente que haga juego con la mía que tengo el pecho en carne viva de aguantar las embestidas.


La poeta soy yo pero el poema es él.
Su espalda un lienzo en blanco que pintar con mi lengua.
Su boca el mejor verso
y sus pupilas dos pozos que me cuentan
todas las cosas que no pronuncia.
Tiene la piel llena de tinta
y me mancha
y nunca me borra.