Cenizas de poeta muerto.

Éramos dos cuerpos sin más,
dos extraños
que ya se conocían.

Dos lenguas calientes
que apagaban las frías lámparas 
que alumbran al corazón.

Éramos dos locos perdiendo la razón,
dos almas que ansiaban calor.
Crujíamos a cada movimiento
como hojas bajo los pies,
resonábamos como una voz
perdida en el eco.

Rogábamos silencio a gritos
para llenar los huecos del corazón.

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