Tengo un hueco en el hombro y me faltan besos con los que llenarlo.
Ya nadie me cuenta los lunares, ni busca excusas para mancharme la piel de marcas de dientes.
Se me ha borrado la sonrisa que dibujabas en la espuma de la cerveza, y los cardenales que significaban que nos habíamos querido muy fuerte, con gemidos.
He estado en otras camas. No he vuelto a dejarme querer, no he podido.
                         
                                                      [...]

No he vuelto a verte desde aquel día en que te hice cosquillas y me reí como una niña y no te dije lo que quería decirte; y ahora me arrepiento.



                                                      [...]

Y eso, que en mi basura todavía guardo la copia original de las cosas que quise y nunca te dije.

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