Retales de dolor

Hace tiempo que escribo sin ganas, sin demasiados motivos, si acaso algún texto en el que abro un poquito más el corazón y que dedico a alguien que no sé si me lee, pero ojalá lo hiciese. Es cierto eso que dicen de que lo que duele inspira, que sin dolor no surgen buenas historias, y quizá por eso yo ya no puedo escribir como antes, desangrándome sobre el folio, rajándome la piel y emborronando el papel con las gotas de mi remendada alma. En mi ya no hay dolor, ni miedo, bueno, miedo si, pero eso es algo tremendamente común y apenas puede aprovecharse a la hora de escribir. Sigue habiendo cosas, sacos y sacos llenos de recuerdos, palabras, personas, momentos que jamás van a volver a repetirse en otro lugar que no sea mi cabeza, que se me clavan en la piel día tras día, pero ya no me duelen. Mi piel fue endureciéndose tras cada estocada para la que todavía no estaba preparada, tras cada llanto ahogado en la almohada de madrugada por mi miedo a gimotear delante de la gente. Mi armadura fue ensamblándose poco a poco sobre mi, casi sin darme, haciéndome una ¿niña? ¿mujer? fría como un témpano de hielo, volviéndome loca por dentro mientras sonreía por fuera. Me acostumbré al dolor de ser siempre la rara, la distinta, la que creía en cosas que resultaban ridículas para el resto, la niña de la que el resto se reía por ser "tan gorda como un luchador de sumo" y durante un tiempo esa armadura fue muy útil, me hizo sentirme segura, me protegía del mundo en el que no encontraba mi sitio y yo avanzaba erguida entre la gente que siempre pensó que no sería más que otro de esos patitos feos que se sientan en última fila y acaban muriendo de soledad, pero ahora... Nada desearía más que poder arrancarme esa armadura que se ha fundido con mi piel. Puede parecer estúpido, ilógico, querer deshacerse de algo que en tantas ocasiones me ha salvado, pero es tan difícil dejar salir un poquito de lo que se esconde tras ese pesado metal, es tan complicado mostrarle tu interior a alguien cuando mil toneladas de acero te cubren el pecho, es tan estúpido vivir pensando que algo te protege cuando en realidad sólo esta convirtiéndote en un autómata sin sentimientos, que ojalá pudiera arrancarla de mi y volver a dejar un pedazo de mi alma en un folio escrito con sangre, igual que hacía antes, cuando no había tanto dolor en mi que aun podía sentirlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario