DIE


Me siento fría como el hielo. Congelada como un trozo de acero en pleno invierno.
Hace unas horas sonaba el teléfono. Oía a mi abuela decir : se ha muerto, se ha muerto..
Más tarde descubrirían que no se ha muerto, se ha suicidado.
La cosa ha ido muy rápida, como siempre en estas situaciones. Suena el teléfono, alguien acelera el ritmo y sale de casa a encontrarse con lo que sea. Ha chocar con la realidad. Ha ver un panorama de mil pares de narices.

En estos últimos meses han muerto varias personas muy jóvenes de mi familia. Y en los últimos años también han muerto varias personas de mi familia.
La verdad , eran de mi familia, pero no tenia casi relación con ellas.
Algunos eran tíos-abuelos, primos segundos, tías lejanas.. Pero aún así eran de mi familia.
Vi a mi familia llorar por ellos, reprimir el dolor en un gemido. Temblar de miedo al saber que nunca más podrían abrazar a su ser querido. Sus seres queridos, ya perdidos en el tiempo.
En cambio, yo, siempre me he sentido indiferente al dolor por una muerte. Siempre he sido fría y cortante con esos temas. Nunca he tenido problema en hablar de la muerte, del dolor de una perdida, de ver a alguien llorar y cogerle la mano en silencio, pero me he negado a sentir en mi misma el dolor, a derramar una sola lágrima por alguien que ya no puede sentirlas.
La muerte nunca me ha dado miedo, pues es una consecuencia de la vida, pero las consecuencias de la muerte, me hacen temblar.

1 comentario:

  1. esta muy chulo :P

    pero ten en cuenta pequeña queno te ha tocado ningun ser allegado...y esperemos que no te llegue en mucho tiempo, que este año ya vamos serbidos....

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