Descarrilo


Empiezo a desvariar, y como un tren roto acabo por descarrilar. Descarrilo en lágrimas en mitad de una clase.

Exactamente no se por que lloro, y me pierdo entre la imagen de tu sonrisa y mi voz...Sé que lloro por ti, por que vienes cada segundo a mi cabeza, pero no se si lloro por que tu perfección me supera, y me hace verte inalcanzable, o por el hecho de no ser valiente, y decirte lo que siento... No lo se, el caso es que lloro... Mi llanto suena a eco, a risas ahogadas, a miedo, y a soledad.También suena a melodías que nunca he llegado a escuchar... Como la melodía de aquel chico beatle, o la de ese niño pijo, o la del chico de las gorras.
¿A que sonará tu melodía? No lo se, pero quiero descubrirlo. No puedo más. Todos me miran como si nunca hubieran llorado, como si estuviera haciendo algo malo. Salgo de la clase, con paso firme, aunque por dentro tiemblo, y te veo. Te veo, te miro, contemplo tus movimientos. Menos mal que tu no me ves. Y al fin desapareces cuando cruzas el umbral de la puerta, para comenzar tu clase... Destino, ¿Por que eres tan cruel? No quería verlo, no al menos en ese momento, y tú… Tú me lo pones delante. Estúpido destino. Voy al baño, me lavo la cara, y aclaro mis ideas. Tengo que volver a clase. Abro la puerta y todo el mundo se gira. Vigilan mis pasos desgarbados, miran mi cuerpo de arriba a abajo, y se detienen en mi cara, intentando adivinar por que lloro. Alguno incluso le comenta a otro que lloro por la nota de un examen. !Que equivocados están todos! Ni siquiera yo lo se, como para que ellos lo sepan, pero claro está que no lloro por ningún examen. Me siento, y me siguen mirando. Me incomodan y hundo la cara entre las manos para refugiarme de sus miradas. Es ahí, entre el hueco que queda entre mis manos y mi cara, donde de golpe me encuentro con mis sentimientos. Me doy cuenta de que lloro, y de por que lo hago. Y como sospechaba lloro por ti... Por que te quiero, y por que tu a mi no, por que todavía no se muy bien lo que quiero en mi vida, y me doy cuenta de que sea lo que sea que quiera, se parece a ti...Y sigo excavando entre mis manos y mi cara, y encuentro más motivos para llorar, pero no lo hago. Y sigo y sigo buscando motivos de mi llanto, pero se me acaban. Encuentro tus bonitas sonrisas, y tu aroma, y tu voz, y el tacto de tu piel... Todo por ahí escondido, es entonces cuando sonrió, y de las lágrimas ya solo queda el rastro húmedo que dejaban por mis mejillas. Sigo pensando, y aparte de ti, hay más cosas por las que sonreír, como esa rubita de ojos azules a la que yo quiero con locura, y que se ríe de mí cada vez que te nombro. Hay más motivos por los que sonreír, pero todos acaban relacionándose contigo... Se podría decir que últimamente todo, o casi todo mi mundo gira a tu alrededor... Y aunque todo gira, yo siempre me veo quieta, ocupando el mismo lugar, y eso me da miedo. Me gustaría seguir indagando en los motivos que tengo para sonreír, pero un odioso timbre me devuelve a la realidad. Recojo sin ganas, mientras todos corren desesperadamente por los pasillos, en busca de nadie sabe que. Termino de recoger, y me coloco frente a la puerta. En la clase ya no queda nadie, y yo tengo miedo de volver a la realidad sola. Los pasillos... No, no quiero salir de la clase, por que es uno de esos pasillos también estas tú. Digo tu nombre en voz alta, y tengo ganas de correr, o de saltar por la ventana, pero no lo hago, y abro la puerta que me lleva a uno de esos pasillos. La gente corre en busca de amigos a los que contarles alguna tontería sin sentido, otros gritan, otros callan para no llamar la atención. Yo en cambio, no hago nada y me quedo quieta, contemplando aquel bullicio, y rezando lo poco que sé para no cruzarme contigo. Parece que mis rezos no son en vano, por que el pasillo se vacía de gente, y tú no apareces. Derepente, un impulso me llena el cuerpo de una rara fuerza que me obliga a correr, con todas mis ganas, como una fugitiva en el lejano oeste. Y corro y corro, y no paro, y llego al recreo. Jadeo, y mi respiración se corta bruscamente, y mi corazón me pincha y casi no late. Pobrecito corazón mío... Entre estos amores locos, y estas carreras lo estoy matando. Fijo la mirada en un punto, y me doy cuenta de que soy idiota. Por que fijo la mirada en ti... Si, realmente soy idiota, por aunque verte sin poder tenerte me hace daño, no aparto la mirada de ti, pero es que eres tan bonito, que es difícil. Otro timbre suena, pero este lo agradezco, por que me saca de mis cavilaciones, y me obliga a dejar de mirarte. Es curioso ver como algo que a veces odiamos, otras nos puede ser tan útil, e incluso lo agradecemos. Vuelta a las clases, pero es ultima hora y además viernes. Tan solo una semana para mi cumple. 14 años, que bien suena. Me paso la clase, cotorreando, pero pensando en ti a cada segundo. La clase se termina, y ahora si recojo con ganas, y bajo las escaleras deprisa, y me sumerjo entre la gente, y te busco con la mirada pero no estás... Te has ido ya, o yo no te veo. Y camino rumbo a mi casa, o quizá rumbo a ningún lugar. Creo oír tu voz, y me giro, pero solo es un idiota, que me parece mas idiota aun cuando descubro que vuestra voz es similar, y lo odio, por tener tu voz, y no ser tu. Lo odio, por haberme creado la ilusión de que tu estabas trás de mi, pero no, solo era su voz...Llego a casa, y me siento. Me paro a pensar, y de pensar se me olvida masticar y me atraganto con lo macarrones, y me empiezo a reír, cuando casi no puedo respirar... Cuando alcanzo a respirar, me doy cuenta de que pensar no sirve de mucho, y que lo importante es actuar.Me digo a mi misma, que quizás, yo también actúe, pero que todavía no me sé bien el guión, y aunque por dentro me muero de ganas de estrenar ya la función, debo esperar, y que el director me muestre por que camino tengo que dirigir la interpretación de mi papel...

No hay comentarios:

Publicar un comentario