Algún día, cuando tenga tiempo y ánimo y ganas, voy a escribir la carta más larga, triste y preciosa a la vez, que jamás hayáis leído, y os voy a contar en ella como el patito feo se hizo cisne, un poco cabrón, pero cisne al fin y al cabo, cómo el cisne creció, dejó que se sentaran en su sofá, cómo cambió de sofá y olvidó a todos los que habían pasado por el anterior, cómo se enamoró y cómo empezó a escuchar música en inglés; y entonces, cuando acabéis de leerla os vais a preguntar por qué no me paso la vida con cara de acelga y me emborracho sólo los sábados. Pero eso sera otro día, cuando ya no me duela, cuando mi alma no supure lava y queme todos los papeles.

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