Me contó que estaría bien que cada cinco años nos practicaran una de esas autopsias.
Que nos quedáramos muy quietos y alguien nos dijera que parte de nuestro cuerpo no ha sido acariciado; cuantos besos habíamos recibido; si había sido mas querido una ceja o una oreja, una mejilla o los labios.
Una autopsia en toda regla pero de nuestro sexo, pero con nosotros vivos aunque inmóviles.
Ella se lo imaginaba y le gustaba pensar que alguien tan solo mirando nuestros dedos supiese si habían tocado con pasión o simplemente por rutina. Si nuestros ojos habían sido mirados con deseo o nuestra lengua había conocido muchos congéneres.
Además podríamos saber cuales fueron nuestros mejores actos sexuales,al igual que en un tronco cortado vemos cuando soporto grandes lluvias o sequías. Quizá a los diecisiete, a los treinta o a los cuarenta y siete. Quizá siempre en primavera o casi siempre cerca del mar.
¿Cuantos mordiscos,cuantos susurros, cuantos chupetones hemos sentido? Un computo de números sobre nuestro sexo, nuestra lujuria, nuestro placer solitario.
Y según ella lo mejor era que cuando acabase esa autopsia sabríamos que estábamos vivos, que podíamos mejorar y lograr que nos acariciasen, que deseáramos, que amáramos y nos amasen.
Albert Espinosa; fragmento de ¨Todo lo que podriamos haber sido tu y yo, si no fuesemos tu y yo.¨ Y parte de uno de mis libros más favoritos del mundo mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario