Maldiciones de poeta.

Escribo borracha (creo que es la primera vez que lo hago) los dedos me huelen a tabaco, encima de la mesa hay una cacerola que hasta hace 10 minutos estaba llena de macarrones con tomate, llevo puesto un pijama negro de felpa y unos tacones de leopardo, no llevo bragas ni sujetador, y no dejo de pensar en il ragazzo di las basettas. Es una estampa curiosa. Me siento felizmente infeliz. Es extraño, me he sentido así otros tantos miles de veces, sin embargo no me acostumbro a este sentimiento. A medias entre el deseo de la calma de la soledad y el vértigo de la compañía. A caballo entre querer ser un alma libre y desear gritar siempre el mismo nombre en el orgasmo. Extraña. siempre me siento extraña. Siempre fuera de sitio, desubicada. Estoy enamorada y me da miedo, terror, porque nunca antes lo he estado, al menos no de la misma forma, porque il ragazzo di las  basettas no me quiere, al menos no de la misma forma, o de ninguna. Nunca me había sentido tan viva como cuando me besaba, pero bueno, ya he escrito mucho acerca de eso. Extraña, me siento extraña, como un marciano en este mundo. Incomprendida quizá. El mundo me disgusta, la gente me agobia, viviría en un teatro el resto de mi vida.
Voy a por otra cerveza; y a ponerme bragas.


Después de escribir esto me viene a la cabeza que quizá este leyendo mucho a Bukowski ultimamente.



2 comentarios:

  1. ¿Qué es il ragazzo di las basettas?

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  2. Mas bien sería quién, pero no es lugar para explicarlo, y precisamente esta puesto así para que no se sepa de quien hablo.

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