Yo tambien tengo una historia



Todo empezó un 5 de marzo de 1996. Asomé la cabeza a este mundo a una hora en la que nadie de mi familia se pone de acuerdo.
Me han contado muchas veces cómo fue el primer cuento que escuché en mi vida.
A los pocos días de salir del hospital, mi abuelo me cogió en brazos y comenzó a contarme una historia en la que la protagonista era una sencilla princesa, que crecía, vivía, tenía sueños, y llenaba hojas y hojas de papel con sus historias.
Nunca me lo han dicho directamente, pero yo sé que mi abuelo, se refería a mí con esa princesa. Lo que no se, es como supo que mi vida sería así, quizás él fue quien se ocupó de inculcarme ese amor por la lectura.
Crecí rodeada de cuentos, de historias, leyendas, y de todo lo que se pudiera leer.
Supongo que mi abuela también ayudó a que me aficionara a la lectura, por que cuando todavía no tenia ni tres años, y dormía en su casa, cada noche se sentaba en mi cama, me acariciaba la cara y me decía que escuchara muy atenta, por que me iba a contar un cuento. Con ella aprendí el cuento de Caperucita Roja, el de Ansel y Gretel, el de Los Cabritillos, El guisante y la princesa, o Pulgarcito entre muchos otros. Yo no tenía ninguno favorito, por que cada vez que los contaba, variaban los detalles, y a mi me gustaba jugar a imaginar que pasaría hoy. Tengo muy buenos recuerdos de esas noches en las que me dormía escuchando un cuento, y a veces los soñaba.
Mi madre también ayudó. Cada noche me contaba mi cuento favorito. El de los pitufos.
Lo narraba desde el marco de la puerta de mi habitación, una vez tras otra hasta que mis ojitos se cerraban vencidos por el sueño.
En mis primeros cumpleaños, recibí bastantes cuentos y libros como regalo. Algunos todavía los conservo, otros ya se perdieron en el tiempo, o se los regalé a mis primos.
Pronto entendí la lectura como algo divertido. Una ventana a un mundo nuevo, en el que yo era dueña de lo que pudiese pasar. Me gustaba imaginar que yo era la princesa que escapaba en un corcel blanco con el príncipe, o la bruja del cuento, y hacía hechizos para evitar que la princesa escapase, y a veces era todos los personajes a la vez. Me lo pasaba muy bien entre libros.
Fui creciendo, y cada vez me gustaba más y más leer. Ahora era yo quien contaba los cuentos a mi familia, y como mi abuela me había enseñado a veces variaba los detalles para contar siempre el mismo cuento, pero de una forma distinta.
Me gustaba el parque, y salir a jugar a la calle con el balón, pero a veces prefería quedarme en casa leyendo mis libros.
Con seis años, me regalaron un libro, que aun conservo entre mis preferidos, y que fue lo que me terminó de convencer de que el mundo de la literatura es un mundo mágico, y en el que cada día puedes vivir una nueva historia, o incluso puedes inventar la tuya propia.
Cuentos para soñar se llama. Lo conservo con gran cariño, por que además de hacerme soñar, me encanta la dedicatoria que mi padre escribió en la primera hoja: Para que tu vida sea un cuento y no un sueño.
Me gustaba que mi madre me lo leyera por las noches.
Me gustaban todos los cuentos menos uno: Serafina no creía en brujas. Me daba miedo que una de esas brujas apareciera en mi cuarto, aunque también había alguno que me gustaba muchísimo, como El ultimo juguete, o Linda, la hormiga preciosa.
Entonces me gustaba que mi madre me leyera esos cuentos, ahora me gusta leerlos a mi, y a veces, por la noche, aun lo hago, y me pierdo por los mismos cuentos en los que hace unos años lo hacía, y así volver a tener en mi el recuerdo de esos mundos mágicos, que según vas creciendo se hacen mas difíciles de encontrar, aunque yo me esfuerzo cada vez que abro un libro por encontrar dentro de el uno de esos mundos.
Y me pierdo por esos mundos, y a veces de esos mundos surgen las historias que yo escribo.
Pronto dejé de conformarme solo con leer, y empecé a escribir mis propias historias.
Todavía conservo algunas, y con el tiempo he mejorado, pero por algo tenía que empezar.
Escribía todo lo que se me ocurría, a menudo eran historias de niños, con una carilla de un folio.
No revisaba las faltas de ortografía, pero las leía una y otra vez, e incluso a veces modificaba su contenido, y cuando tenía algo que me gustaba, corría a enseñárselo a cualquiera que estuviese en mi casa.
Cada vez leía más. Libros más largos, con más jugo. Y cada vez me gustaba más también.
Y según leía cada vez más, mis historias cada vez eran mas largas, con argumentos distintos.
Mi primera historia larga, y más o menos bien escrita, la escribí en cuarto o quinto.
Trataba de una chica china, que tenia que encontrar un tesoro, que su maestra de kung fu, le había escondido, para que pudiese ser reina.
La recuerdo con cariño, por que fue la primera vez que les enseñe a mis amigas lo que escribía, y les gustó muchísimo. También les gusto a mi profesora, y a mi abuelo, al que llevo años enseñándole la mayoría de cosas que escribo. A veces él me pregunta si aun escribo, y yo con una sonrisa le contesto que si. La verdad es que me siento orgullosa de seguir haciéndolo, por que escribir me hace libre. Nadie puede decirme lo que debo o lo que no debo contar en mis textos. Son míos, solo míos, y de quien yo quiera.
Pronto descubrí otro género literario que me gustó mucho. La poesía.
También empecé a escribir pequeñas poesías, sin demasiado acierto, por que nunca había leído poesía, pero a mi me gustaba escribir.
Conservo la mayoría de las cosas que escribí en esos años. Y las comparo con las de ahora, han cambiado mucho. Pero todas me gustan mucho, por que las escribí por que era lo que me gustaba hacer.
Guardo un bonito recuerdo de unos libros que leí cuando tenía unos diez u once años.
Trataban de una chica que se llamaba Joody Moody, y aun los conservo.
Por un tiempo fueron mis favoritos, hasta que empecé a descubrir otros que también me gustaron mucho como Las Crónicas De Narnia, o demás libros de fantasía.
A veces buscaba por las estanterías de mi casa y cojia algún libro de mis padres y lo comenzaba a leer, aunque pocas veces los acababa enteros, por que me gustaban más los míos.
Seguí escribiendo. Hubo un tiempo en el que dejé de escribir historias y solo escribía poesías. Algunas quedaban bonitas, otras no, pero me daba igual por que reflejaban mi esfuerzo.
Desde que tenía unos doce años, mis libros favoritos empezaron a ser las novelas románticas de adolescentes con amores prohibidos o bonitos, pero siempre los libros que más me gustaban eran en los que aparecía una chica con la que me sentía identificada.
En esta etapa de mi vida deje de escribir casi por completo, y también dejé de leer habitualmente, y solo lo hacía en ocasiones.
Volví a coger la lectura con ganas cuando descubrí un libro que trataba de un tema que me llamaba mucho la atención; la anorexia. Myriam es anoréxica se llamaba.
Después de ese libro leí: Hola, ¿Está María?, Soledades de Anna, La Ciudad de las bestias, Ghostgirl, Cenicienta siempre quiso un wonderbra, Paula y muchos más hasta que descubrí uno libro que me encantó. Tres metros sobre el cielo de Federicco Moccia, y después su continuación: Tengo ganas de ti. Este último me gusto mucho mas, por que lo leí mientras estaba en Italia, y pude visitar los lugares que aparecían en el libro.
Además el lugar en el que leía era precioso. Un balancín en el porche de la villa, desde el que se veían los viñedos, y al atardecer aparecía el sol naranja por detrás. Me enamoré de esos libros, me enamoré de Italia.
Releí esos libros un par de veces cada uno, y cada vez me gustaban más y más.
Inspirándome en la historia de Baby y Step, empecé a escribir una historia que no creí que pudiera superar las dos hojas, pero ya llevo unas catorce. El sofá de María lo titule.
Después de esos libros leí Canciones para Paula, otro libro que me gustó mucho, y del que también cojín algo de inspiración para mi historia.
Y hasta hoy, el último libro que he leído es Los juegos del hambre, que me ha parecido un libro realmente bueno, que me hizo descubrir un mundo que jamás habría podido imaginar y ya estoy deseando tener su continuación en las manos, para poder seguir el camino de la lectura.
Mi historia como lectora no acaba aquí, ya que tengo ganas de seguir ampliando mi colección de títulos leídos, y tampoco acaba aquí mi historia como ‘’escritora’’, por que voy a continuar con mi novela, y quizás algún día podáis encontrarla en alguna librería.

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