María.. Sientate en mi sofá.

Recorrió el pasillo hasta el final. Ahí debía de estar su cuarto.
Abrió la puerta con delicadeza, sin hacer ruido.
La habitación si era como ella pensaba.
Desordenada, con fotos, pósters de ídolos, con un corcho lleno de recuerdos. Igual que lo que había imaginado.
Entre el armario y la pared había un pequeño hueco que sorprendió a María.
En el había colgada una foto de María y Alvaro de cuando iban al instituto, también estaba sujeta a la pared con unas chinchetas la muestra de la locura que María llegaba a experimentar cuando era mas pequeña. Era una pancarta del tamaño de una cartulina. En el centro y con letras amarillas ponía Alvaro y lo rodeaban un montón de frases de ánimo.
María lo hizo para él la primera vez que fue a verlo a un partido de futbol.
Al volver a tener todos esos recuerdos ante ella no pudo evitar que el corazón le diera una punzada al acordarse de la sonrisa de Alvaro cuando ella le regaló ese trozo de papel, decorado para él y que para María llegó a ser tan especial.

Mientras ella seguía contemplando esos lejanos pero inolvidables recuerdos colgados en la pared, Alvaro había sacado del armario una guitarra.

De repente unos acordes muy familiares para María empezaron a sonar.
Aún seguía mirando aquel rincón entre la pared y el armario. No se atrevía a girarse.
Empezó a cantar bajito la letra de la canción. Sabia cual era, la conocía desde hace años. Formaba parte de una broma de los dos cuando eran pequeños.
Siguió cantándola y al fin se atrevió a girarse.
Hay estaba Alvaro. Sentado en la cama con su guitarra rojo eléctrico, haciéndola sonar para ella.
María se sentó a su lado. Se sentía especial y eso le gustaba.
Tenia ganas de abrazarle pero siguió sentada a su lado.

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